Manifiesto para una revolución

Después de la traduccion en inglés de mi initialo articulo, tenemos ya la traduccion en castellano gracias a Quinto Estado. ¡Buena lectura!

Como explicaba en mi último artículo [en frances], los movimientos de contestación actuales en España, Grecia o Portugal, están avocados al fracaso, ya que no proponen ningún proyecto de sociedad realmente alternativo. No falta voluntad: vemos a través de los eslóganes que hay un deseo profundo de cambio, de regreso a ciertos “valores” no comerciales, de mayor justicia social. La gente, embotada por el tratamiento mediático y los discursos obsoletos de los políticos, no consiguen pensar de manera diferente a las hipótesis de trabajo comúnmente admitidas, lo que resulta en una falta de imaginación, de ambición y de soluciones, contentándose con proponer reformas, ciertamente deseables por algunos, pero que no hacen sino reducir los defectos del sistema sin modificar las causas iniciales.

Añadamos a esto que Francia apenas ha sido tocada por la crisis gracias a un colchón social debilitado pero, a pesar de todo, existente. Hay aun mucha gente que piensa que tiene algo “que perder” en caso de eventual revolución. No estamos aun ni en la víspera del día en que todos los pequeños privilegiados del sistema estarán en la calle, abriendo así la puerta a un cambio real, no asistimos más que a una pequeña revuelta por parte de aquellos que son golpeados directamente por el declive de occidente. Para todos los que comprenden realmente las razones no estamos más que en un estadio prerevolucionario, en el que aumenta la indignación, pero en el que no hay aun una nueva ideología lo bastante fuerte y extendida que proponer.

Solucionar los problemas desder la base

Para rebasar este estadio, es necesario,en primer lugar, identificar claramente los orígenes de los problemas, y proponer soluciones. Pero detectar los orígenes de los males sociales requiere de un pensamiento radicalmente distinto. Hay que sustraerse de los términos del debate tal y como son propuestos por los que controlan la “opinión pública”. Es el punto de arranque que propongo en este artículo.

Comencemos, sin pretender una total exhaustividad, por referir un cierto número de falsos debates que envician actualmente la visión de la economía.

La Lucha contra el paro

Desde hace treinta años, Francia conoce el paro de  masas. La lucha contra el paro se impone como algo indispensable para reducir las desigualdades de ingresos, la exclusión social, etc. Algunos evocan incluso el “derecho al trabajo” como un derecho fundamental que se debería garantizar a todos. El problema es que este derecho se transforma en casi deber: todo el mundo debe trabajar, o ser condenado a la exclusión. Sin embargo, ¿es el pleno empleo un fin en sí mismo?

Puesto que el pleno empleo es irrealizable [fr] hoy en día, está claro que ser asalariado no es el factor ideal de integración social, o incluso de realización personal.¿Por qué? Justamente porque las políticas públicas, bajo el pretexto de que el parado es un peso para la sociedad, no se dirigen mas que a aumentar el empleo sin reflexión acerca de la utilidad real de los empleos así creados. Podríamos embarcar esas personas en una labor de cavar agujeros para cerrarlos después y eso no molestaria a nadie. ¡Qué importa después de todo, en tanto todo el mundo tenga trabajo y que eso traiga crecimiento!

¿Pero la cuestión real no sería más bien actuar de manera que cada uno pudiera elegir libremente ejercer una actividad de utilidad social?

La protección del los asalariados

Consecuencia directa del final del Dogma del Pleno Empleo, la idea de que se debe “proteger a los asalariados” carece de sentido. En efecto, lo que justifica actualmente proteger a los asalariados, es que está admitido como norma, ya que un individuo no existe a los ojos de la sociedad si no trabaja. Es, en el mejor caso, un “activo no ocupado”, y en el peor un “asistido”, un parásito, un ciudadano de segunda clase. Desde esta perspectiva, entonces sí, proteger el contrato de trabajo tiene sentido, ya que es el Grial de todo ciudadano. Pero hoy, proteger a los trabajadores es un sin sentido muy costoso.

Dada la competencia internacional entre trabajadores, las empresas prefieren hoy la deslocalización, o aumentar la productividad para no tener que recurrir a ella. El resultado es en cualquier caso el mismo: bajo la presión de un paro masivo, la mano de obra no puede sino someterse a las condiciones impuestas por las empresas; salarios bajos, contratos precarios y otras condiciones de trabajo abusivas. Además nos dicen que se debe proteger al asalariado contra los despidos abusivos o económicamente no justificados, etc.

Pero, en realidad, la “protección” de los asalariados no hace sino animar a las empresas a optar por avanzar en la precarización de sus empleados (con contratos de corta duración, por ejemplo). Cuando no pueden desprenderse de ellos emplean estrategias maquiavélicas para ponerles al límite, y hacerles abandonar. Mientras, al mismo tiempo ,otros son irremediablemente excluidos del mercado de trabajo: las mujeres por miedo al “feliz acontecimiento” (apréciese la ironía), los jóvenes porque no son lo bastante experimentados, los mayores porque carecen de flexibilidad, etc.

Al final, la protección de los asalariados no hace más que crear mas desigualdades sociales. Nos dirigimos, en efecto, a una sociedad de castas, en la que algunos obtienen, por suerte, un contrato protector, mientras que otros son excluidos del mercado, entrampados por el fenómeno, tristemente común de la caída en la pobreza.

El mito del crecimiento economico

El crecimiento ha sido un factor de progreso evidente a lo largo del siglo XX, pero, ¿qué es hoy? A juicio de muchos, el crecimiento se ha convertido en inútil. El aumento de productividad y la mundialización permiten a los capitalistas explotar mejor el crecimiento de la demanda mundial sin recurrir a aumentar la mano de obra. ¿Catástrofe? Absolutamente, sí. Pero, tras reflexionar, ¿no sería lo normal que el hombre tenga que trabajar cada vez menos? , ¿que pudiera liberar tiempo para su realización personal?

El problema no es, pues, tanto que la demanda de trabajo descienda, sino el hecho de que las ganancias de productividad están mal repartidas socialmente. En efecto, el escaso crecimiento que queda por alcanzar no beneficia más que a un a minoría, favoreciendo cárteles que actúan, sobre todo, para evitar la competencia, manipulando conscientemente los mercados, sobre todo porque el mercado tiende irremediablemente a concentrarse.

Como mucho, el aumento de productividad permite una bajada de precios, pero como el paro masivo es estructuralmente mantenido, hay pocas oportunidades de que las clases medias y bajas consigan beneficios reales de este crecimiento. Los salarios son calculados de acuerdo con el índice de precios (cuyo cálculo es cuestionable), mientras que los dividendos aumentan enormemente. Consecuencia lógica: las desigualdades se acrecientan, y el nivel de vida de las capas mas desfavorecidas se reduce aun más.

¿Nos quieren hacer creer que este crecimiento es positivo? El crecimiento no es la solución. Más bien es el problema.

La devolución ilegítima de la deuda

Admitamos, no obstante, que hay una buena razón que justifica la necesidad del crecimiento: la devoluciñon de la deuda.
Al no conseguirse aumentar la producción tras la segunda guerra mundial, se endeudó masivamente la economía para mantener la demanda, y así seguir aumentar la producción. Pero algún día habrá que devolver esa deuda, y sus interese asociados. En una injusticia social absoluta, nuestros dirigentes tienen ahora que cerrar el grifo del gasto publico para pagar la factura del crecimiento del siglo XX recortando la financiación del futuro de las jóvenes generaciones.

Además, como los estados se han prohibido recurrir a la monetarización de la deuda, esta  engorda los bolsillos de aquellos que tienen capital que hacer fructificar. Contrariamente a lo que nos quieren hacer creer, el pago de la dueda pública es ilegítimo, primero moralmente, ya que no hay razon alguna para hacer pagar a las generaciones futuras una deuda que en nada les ha beneficiado, y ademas es inadmisible económicamente ya que no existen razones por las que no se pueda recurrir a la creación de moneda para financiar las inversiones de interés público.

El argumento de reembolsar la deuda reposa sobre el dogmas monetarios muy discutibles. Bajo pretexto de que toda creación monetaria sera sistemáticamente inflacionista, hemos prohibido a los gobiernos endeudarse a través de sus bancos centrales, situándolos bajo el yugo de los mercados, como la crisis griega ilustra perfectamente. La lucha contra la inflación es un pretexto falso que permite sobre todo confortar las rentas de algunos, pero mantener unos tipos de interés altos por el Banco Central Europeo conllevaría automáticamente un alza del paro.

En la cúspide de la ironía, los dogmas económicos se olvidan rápidamente cuando se trata de salvar bancos en problemas. Entonces se autiriza al BCE a desbloquear miles de millones de euros para salvarlos, pero ¿ni un centimo para financiar políticas públicas? Eso no tiene sentido.

La lucha fallida contra la especulación

Otro favorito de los políticos: hay que reglamentar las finanzas, luchar contra la especulación.

Sin negar el impacto negatico de las finanzas sobre la economia real, no hay que equivocarse de lucha. Seguros de vida, fondos de pensiones, SICAV… le exigencia de rentabilidad implica una gestión especulativa que permita obtener plusvalias. A menos que se considere ilegítimo esperar conseguir beneficios de las inversiones financieras, luchar contra la especulación de manera frontal es vano. La creación de impuestos sobre inversiones financieras, por ejemplo, ralentizaría un poco el dinamismo de los intercambios, pero ademas generaría un aumento en el costo de gestión de las carteras de valores. Los márgenes de los bancos permanecerian intocables.

La idea misma de disminuir el efecto del apalancamiento (como los acuerdo de Bali impondrán a partir de 2013) es irónico, ya que frenará la concesión de crédito, ralentizando así el crecimiento de los paises desarrollados. A falta de una reforma real del sistema monetario, este tipo de reformas nos conducen al fracaso.

Un problema real es que el sector bancario está demasiado concentrado, y actúa como un lobby incontrolable, ya que posee un poder considerable: crear moneda, financiar (o no) a gobiernos, empresas y tomar como rehenes los depositos de los ciudadanos. He ahí la paradoja. Los bancos son entes privados que gestionan un bien público, la moneda, como una mercancía.
Confiamos también a estos actores privados, que no tiene responsabilidaddes de cara a la sociedad, el cuidado de hacer que el dinero (emanación de un estado soberano) circule bien. A pesar de que los bancos tienen la capacidad de hacer caer cualquier economía mundial por el simple beneficio, sin que les importe sus consecuencias ya que ellos son simplemente “demasiado grandes para dejarlos caer”.

¿El problema es realmente la especulación? ¿O no será mas bien que nosotros depositamos nuestro dinero con los ojos cerrados en el caldero de las financias mundiales, autorizando asi a los banqueros a usar nuestro dinero creando falsa moneda, a especular nocivamente con los precios de las materias primas?, a financiar empresas de las que no conocemos nada? ¿Realmente no tenemos nada mejor que hacer que invertir nuestro dinero en productos financieros basura? ¿El problema no esta tambien en nuestro comportacmiento? ¿Y en las dificultades de crear un sistema bancario alternativo?

El Estado, al servicio de la desigualdad

Frente a estos desajustes aconómicos son muchos los que piensan que el estado debe recuperar el control de la economia.

Sin embargo el Estado es totalmente cómplice del sistema. Frente a su incapacidad de conducir la economia hacie el crecimiento o de restablecer el pleno empleo y la capacidad de compra, las grandes empresas son conscientes del enorme poder negociador del que disponen. Sobre todo en un contexto de economía mundilizada, donde la mano de obra barata gracias a la deslocalización y donde los paraisos fiscales estan al alcance de un simple movimiento bancario.

Obtienen ademas jugosas ayudas estatales a cambio de algunas migajas y de promesas que no comprometen a nadie, del tipo, “si me 100 millones de euros no deslocalizo” o “si no creas leyes contra la pirateria, habrá 50.000 emp0leos menos” o, en el caso de los bancos, “si no me salvas tu economía se hunde”.

Los gobiernos sufren de fetichismo por las grandes empresas. Aceptan todo manejo a fin de conservar el empleo y el crecimiento, pero, ¿eso no se hace en decrimento del resto de la economia? No estamos manteniendo ciertas actividades economicas a costa del dinero del contribuyente? ¿Quien ayuda a la pequeña empresa, a los artesanos? Mientras se hace la corte a los gigantes del CAC 40 (equivalente del IBEX 35 en Francia).

Encontramos el mismo fenómeno a escala del ciudadano: se crean categorias de personas con derechos diferentes. Los funcionarios son protegidos estatuariamente, mientras que sus salarios se fragilizan; se hacen regalos a los ricos para que no lleven sus fortunas al extranjero, mientras que aumenta la fiscalidad sobre las clases medias, ya que hay que reembolsar la deuda; exigimos a los parados que contribuyan de alguna manera a la economía, mientras que los rentista hacen florecer su capital en la esfera financiera de la economía.

El estado republicano está en plena negación de la igualdad. Vivimos en una sociedad en la que hay que ser grande para existir, hay que ser “demasiado grande para caer” (o demaisado grande para ser encarcelado) El resto que se apañe como pueda.

No les dejemos imponernos sus soluciones

Está claro que los fundamentos del debate político estan basados en análisis obsoletos de la realidad acerca de como funciona el sistema. Que la derecha o la izquierda accedan al poder en 2012¿que diferencia hay? Continuarán diciéndonos que se necesita crecimiento, crear empleo, apretar el cinturón para reducir el déficit. Mientras, el atraco monetario continuará su obra de vampirización de la economía en beneficio de unos pocos, que seguirán esclavizando a la población bajo el pretexto de que todos trabajen, que la creación del valor mercantil no existe.

La única ventaje del triunfo de la izquierda es que será un poco más clemente con ciertas clases de población electoralmente estratégicas a las que aún se debe hacer participe.

Entonces, como los problemas no serán resueltos, intentarán decirnos que “no hay otra alternativa”, que cada uno debe hacer esfuerzos, aumentar las restricciones. Llegaremos a un periodo que precedentemente he llamado la tentacion de la dictadura, es decir, un momento en el que la única manera en la que sus soluciones obsoletas funcionen será aplicarlas mediante el autoritarismo, sacrificando así lo que quedaba de la democracia en el altar del capitalismo.

Resumiendo, la desilusión es previsible, el peligro palpable. Mientras los gobernantes no cambien su modo de razonamiento, es decir, mientras no hagan un minimo de autocritica nos dirigimos irremediablemente hacia una dictadura economica. ¿Habrá que esperar mucho?

Me temos que sí. Y es justamente por eso que no se debe esperar que ellos lo hagan. El cambio no puede venir más que de nosotros mismos, ciudadanos vigilantes. Nosotros debemos decir qué queremos, exigirlo y hacernos oir. Como bien dijo un dia Ghandi:

Sed el cambio que querais ver en el mundo

Manifiesto para el siglo XXI

Tras estas buenas intenciones, es tiempo de pasar a lo concreto, de definir los contornos de la reividicaciónes primordiales a exigir ante todo.

1. Libertad de los ciudadanos

Antes que nada, reafirmamos que la libertad de los ciudadanos, siempre que respete la libertad de otros, es el fundamento de la democracia, y es superior a la libertad de las personas llamadas “morales”. Dicho de otro modo, rechazamos formalmente toda iniciativa publica, asociativa, o del propio estado, destinada a proteger sus intereses por la opresión, el control o cualquier restricción de la libertad del individuo, Afirmamos muestro derecho a desobedecer a todo institución que no respete esta libertad.

2. El estado al servicio de los ciudadanos.

Ya que el Estado existe por y para los ciudadanos, toda intervención del mismo debe beneficiar a todos, o a ninguno. En nombre del principio fundamental de la igualdad del hombre, rechazamos toda politica corporativista que consista en confiar privilegios a algunos y no a otros. Así, cada centimo del presupuesto público debe ser gastado de manera totalemente transparente, y debe poder ser objeto de de seguimiento ciudadano. Lógicamente pedimos la derogación de todo nicho fiscal y resto de ventajas.

3. Por un ingreso minimo garantizado sin condiciones.

Cada vez más, y para que la dignidad del ciudadano no varie en función de estado de las cuentas publicas o de cualquier agencia de calificación, toda persona debe disponer del derecho inalienable a un ingreso que le permita vivir modesta, pero dignamente. Por lo que exigimos la creación de un ingreso básico, garantizado y sin condiciones de salario o de estatus, ni edad ni sexio ni otras, y acumulable con cualquier otra fuente de ingresos. La financiación de este ingreso, así como las medidas que lo acompañen, deberán ser objeto de un debate público para ser asi definidas democraticamente.

4. Alto al esclavismo monetario

Partiendo de ese mismo principio, fundador de igualdad, afirmamos el principio por el que nadie tiene derecho a crear dinero si ese dinero no beneficia al ciudadano. ¿La moneda no es una mercancia! La moneda emana del contrato social entre estado y ciudadano, y nadie debería impunemente aprovecharse de la moneda en su propio beneficio (precisando que esto concierne tanto a la creación de moneda escritural, como creación de moneda contante y sonante).

Pedimos la abolición del artículo 123 del tratado de Lisboa, a fin de mertmitir al estado emitir moneda para financiar las inversiones juzgadas como democraticas, utiles, y aun mejor, para la distribucion de un dividendo universal (es decir, dinero para financiar el ingreso básico anteriormente citado). Esta reivindiación debe ser llevada a las mas altas instituciones europeas, e implicaría la creación de una segunda moneda o de una salida del euro, si las negociaciones con los socios europeos no concluyen satisfactoriamente. Esperando la puesta en marcha de estas reformas, rechazamos el uso de esta moneda inventando nosotros mismos un sistema monetario que respete la igualdad de los ciudadanos.

5. Respeto de los bienes comunes

Igualmente reclamamos el respeto total de los derechos del ciudadano respecto a los bienes comunes que le pertenecen, en tanto que copropietario de las riquezas de la nación. Ningún recurso natural, ningún patromonio nacional será explotado económicamente o dañado sin el consentimiento del pueblo, o como contrapartida de una compensación financiera (dividendo universal).

Afirmamos igualmente que el acceso a las infraestructuras publicas (notablemente los transportes) debe ser gratuito, ya que el coste (en su más amplio sentido) de la comercialización del servicio excede el coste del funcionamiento si fuera gratuito.

5. Por una democracia participativa real.

Llegados al fracaso de la democracia participativa que observamos hoy, reclamamos una democracia más participativa y directa, asi como una nueva constitución. Reclamamos la apertura del proceso legislativo a las contribuciones directas de la sociedad civil, una transparencia completa y descentralización del poder.

A falta de una mejor democracia, sin intermediarios, reclamamos el derecho de ejercer  un control sobre a los “representantes del pueblo”, el reconociendo del voto en blanco y la  creación de un quorum legal validador de las elecciones. Usaremos ese poder para declara ilegímito todo sufragio que nos conduzca en direccion claramente opuesta a aquello que proponemos.


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